miércoles, 23 de noviembre de 2016

METAMORFOSIS.


Largos cabellos rubios, 1,80 de estatura, tacones de 15 centímetros, curvas perfectas y una peculiar forma de contonear su cuerpo al caminar. Todo el mundo detalla cada paso que da, es claro que ella siente estas miradas y se engrandece observándolos a todos reflejando lo segura que se siente de lo que hoy en día es. Al acercarme no se inmuta de mi presencia y tengo un lapso de tiempo para detallar lo corta que es la falda blanca que lleva puesta junto con el top que deja al descubierto su trabajado abdomen. Le gusta que la miren, eso es claro. La saludo de una manera muy distante, ella me observa y tiene un carisma natural.  Sus prominentes pechos resaltan de sobremanera a través del top que lleva puesto, su cara es impecable, su nariz claramente operada la hace ver más fina,  su mirada es penetrante y su voz delata totalmente quien se encuentra detrás de tanta belleza.

Nos sentamos en algún del parque lleras en la ciudad de Medellín, ella pide un jugo hit  pues dice que el licor la engorda y bastante se esfuerza en el gimnasio para conseguir el cuerpazo que tiene como lo dice en sus palabras. Empiezo a realizarle preguntas con respuestas que saltan a la vista, si se ha realizado cirugías, si su cabello es natural o si se maquilla, la verdad no me atrevo a involucrarme más allá de lo que muestra. Sus largas uñas toquetean la mesa con expresión de grandeza, ella está segura de sí misma, no tiene el mínimo pudor de lo que las personas piensan, ella sabe quién es.

Empieza el relato de lo que ha transcurrido durante su vida, para mi es inquietante su forma de narrarlo, se ve muy serena, habla con mucha propiedad, se nota que para ella ya no existen tabúes frente a este tema. Bebe un sorbo de jugo y me dice que nunca se ha creído una mujer, que es consciente que jamás lo será pero que se siente satisfecha con lo que ve en el espejo hoy en día, pues está segura que es la representación perfecta del sexo femenino. Creo que mi cara de sorpresa es notoria, pues esboza una sonrisa como en tono de burla frente a mis reacciones de lo que cuenta. 

Foto sacada de sus redes sociales.
Su nombre real es Brayan y dice que nunca se sintió cómodo siendo hombre y que desde muy niño sabía que estaba en el cuerpo equivocado. A los 14 años puso en marcha los primeros pasos para su cambio físico. Empezó siendo un andrógino termino que corresponde a una persona que tiene rasgos, vestimentas y comportamientos tanto femeninos como masculinos, pero fue realmente cuando cumplió 15 años que tomó la decisión radical para empezar a convertirse totalmente en una mujer. Extensiones de cabello, maquillaje, ropa femenina, tacones y calzones de relleno. Todo lo que se necesitaba para su transformación empezó a llenar su clóset, ya no era Brayan el que salía de su casa sino Kimberly, ya no usaba jeans y camisetas, sino faldas cortas, blusas y tacones. Kim Zuluaga, como se conoce en todas las redes sociales cuenta lo duro que empezó a ser el trabajo de aceptación ante la sociedad, pues dice que al inicio fue muy difícil para ella aceptar las críticas que recibía a diario tanto verbales en la calle, como escritas en Facebook, Twitter y YouTube que son las redes sociales que más frecuenta. El camino de la transformación fue lento, duro, pero satisfactorio al final. Su familia aunque impactada por su cambio, siempre supo que Brayan quería ser una mujer y sumado a esto contó con el apoyo de su grupo de amigos homosexuales, que hoy en día son cuatro chicas igual de impactantes a ella y que se hacen llamar el Mariposario. Brayan, Sebastián, Santiago, Sebastián y Juan pasaron de ser un grupo de hombres a ser cinco transexuales llamadas Kim, Monie, Luna, Fresa y Evelyn que mostraron su cambio al mundo a través de redes sociales y que hoy son reconocidas en todo el país siendo un icono para la comunidad LGBT.

Kim dice que las cosas hoy en día son muy diferentes a cuando ella empezó a cambiar, siente que cada día es más aceptada o tal vez no es así, solo que se siente tan cómoda con lo que ha hecho con su vida que las críticas y los malos comentarios sobre su apariencia ya no la ofuscan. Al preguntarle sobre su vida amorosa alza su brazo y muestra un tatuaje con el nombre de su amado Fer, un extranjero el cual conoció por redes sociales y que a distancia hace feliz a nuestra protagonista. Fer la ama tal y como es y le otorga todo lo que ella quiere para ser feliz. Fue quien le regaló el dinero para realizarse dos cirugías, una de aumento de busto y una rinoplastia, cirugías que es feliz luciendo y que la llenan de orgullo pues como lo decía inicialmente cada día se acerca más a la mujer ideal que quiere representar.

Nunca ha querido ser una mujer, ni ha intentado hacerse pasar por la misma, por el contrario se siente muy conforme con lo que ha hecho con su apariencia física, pues cree que al ser una transexual es una mujer exótica y por esta razón llama más la atención entre los hombres que es una de las cosas que más le gusta hacer a Kim. Es una joven con muchos sueños, está validando bachillerato, pues en el colegio donde estudiaba anteriormente no la dejaban ir en uniforme de niña e incluso interpuso una tutela de la cual salió vencedora pero con el único fin de defender sus derechos, mas no por hacer cumplir lo que allí se establecía, pues dice que ya no se sentía cómoda en ese colegio y solo quería demostrarle al mundo que puede lograr todo lo que se proponga. Cuando termine sus estudios de educación secundaria piensa entrar a estudiar Comunicación social, ya que le encantan los medios de comunicación y siente que es con lo que más se identifica en la vida. Ella sabe que su condición la ha llenado de fama y reconocimiento dentro de la sociedad, pero dice que jamás ha pensado sobre explotar esto pues antes de cualquier cosa es humana y aunque sabe todo lo que puede lograr, lo primero que busca en la vida es ser feliz de la manera que lo ha encontrado. Tiene la certeza de que aún vienen cosas difíciles, pero con tan solo 19 años siente que puede contra cualquier golpe que le pueda dar la vida.


Me pide la hora y le digo que son las diez de la noche y ella se levanta de la silla. Yo alzo la mirada y le tiendo mi mano para ayudarla a bajar las escaleras del sitio donde nos encontrábamos, ella me agradece por interesarme en su historia y moviendo su cabello se despide. “La noche es joven y yo estoy lista para brillar” me dice y se aleja con un particular contoneo de caderas, mientas de nuevo, todo el lugar la observa.

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