miércoles, 23 de noviembre de 2016

SIN DESPERTAR.



Eran las seis de la mañana y Laura se levantó aterrada de su cama, pues mientras dormía había experimentado una horrorosa pesadilla que había dejado su cuerpo lleno de sudor y su frágil corazón más acelerado de lo normal.  “Fue solo un mal sueño”, pensó y se dirigió hacia el baño de su habitación en el cual desde hace muchos años, como un ritual sagrado pasaba al menos un cuarto de hora peinando su larga cabellera y observando su belleza en el espejo.

Al observarse, Laura vuelve a sumirse en la misma depresión de cada día, al ver su reflejo en el espejo, cae en cuenta de que nada fue un sueño, de que todo es real y recuerda las pocas imágenes que le quedaron de aquel día en que toda su vida cambio. Al mirarse frente al espejo tan distinta a lo que era antes, Laura solo puede inundar sus ojos de lágrimas y preguntarse a sí misma en qué momento sucedió todo y por qué algo así le había sucedido a una adolescente llena de sueños y expectativas frente a la vida.
Mientras ella sigue en el baño, su madre toca la puerta expectante a que su hija ya haya despertado de sus sueños, pues hoy, tienen un reservado en una exclusiva discoteca de la ciudad para celebrar el cumpleaños número 18 de la protagonista de nuestra historia y tienen mucho por preparar para la noche.  Gloria, quien ha sido padre y madre para Laura durante toda su vida entra al baño y observa que su hija una vez más se encuentra devastada en el suelo llorando. Odiándose a sí misma y reprobando de manera reiterativa en lo que  se ha convertido su cuerpo. Hoy, como muchos otros días, Laura recuerda como si hubiese sido ayer el día en que la energía hizo contacto con su cuerpo y le dio a su vida un giro de 180 grados.

Observarse así misma a pesar de que han pasado años, para ella sigue siendo devastador, pues las marcas que dejó este suceso en su vida, a simple vista son notorias. A su mente llegan imágenes borrosas y muy rápidas de aquella fatídica tarde del 15 de mayo, día en el cual realizaría un cambio de vivienda, pues la casa que habitaban ya no era del gusto de su madre. Laura desde el momento en que se le informó de este cambio sintió una corazonada que le hacía saber que esto no era bueno, con antelación le había hecho saber a Gloria, que no quería irse del hogar que la vio crecer, pero para tristeza de Laura, la decisión ya estaba tomada y su nueva vivienda ya estaba lista para ser habitada.
Es indescriptible la sensación que recorre el cuerpo de Laura al recapitular todo lo que ha sido su vida desde allí, su vida ha tenido cambios trascendentales y en un abrir y cerrar de ojos se desmoronaba ante sus ojos.

Al momento de mudarse de casa, Laura subió a la terraza por lo último que faltaba para empezar en un nuevo hogar, unas viejas barras de aluminio para las cortinas nuevas que se habían comprado. Sin calcular la distancia, Laura tomo las varillas y las alzo para poderlas bajar y allí, en este inocente acto, lejos de llegar a imaginarlo siquiera en sus peores pensamientos, Laura tocó las cuerdas de alta tensión de energía y  su cuerpo empezó a convulsionar por la descarga eléctrica tan fuerte que estaba recibiendo en ese momento. Desde afuera de su casa se veía como salían chispas de las cuerdas, pero nadie entendía la razón, solo su madre, con un sexto sentido, al ver esto, supo que algo terrible le estaba sucediendo a su hija quien se encontraba al interior de la casa. Como pudo Gloria subió las escaleras y encontró a Laura arrojada en el piso, pues la corriente la había lanzado casi a la terraza de la vivienda de contigua a la suya.        El cuadro que se vivió, Laura no se lo desearía a nadie, su madre le cuenta que su rostro estaba desencajado, su cuerpo lleno de quemaduras, sus pies tenían derretidas las sandalias de plástico que tenía puestas y además la sangre que estos expulsaban no se detenía. Laura no reaccionaba, estaba como muerta en vida y parecía que allí había quedado la vida de aquella hermosa jovencita.

Laura tiene una laguna mental de todo lo que se vivió esa noche, para su madre, la peor de todas hasta hoy vividas. En la clínica el panorama era desolador, los médicos solo empeoraban la situación con sus noticias, hasta llegar al punto de pedirle a Gloria que firmará un acuerdo, pues debían amputarle a su pequeña hija de 14 años sus dos miembros superiores e inferiores. Es estremecedor cuando se entiende lo frágil que es la vida y lo poco que la apreciamos.
Los recuerdos de los días siguientes siguen siendo para Laura y Gloria nublados y aun dolorosos, su accidente desencadenó un traslado a una clínica en la ciudad de Bogotá en la cual permaneció 6 meses bastante abrumadores. Laura recibió 34 cirugías durante su estadía en Bogotá, de reconstrucción y de amputación para tratar de salvar y recuperar lo que era su cuerpo. Cada mañana de Laura frente al espejo es traer a su mente los recuerdos de este fatal suceso, para Gloria las depresiones de su hija son como la punzada de una navaja en su corazón, pero siempre debe parecer fuerte para Laura, ya que en otros momentos tendrá su tiempo a solas, donde en presencia de nadie podrá desmoronarse y renacer de las cenizas como el ave fénix para seguir luchando por su más grande amor como describe a la más joven de sus hijos.

Hoy en día Laura es una adolescente que trata de luchar día a día contra todos los complejos que deja un suceso como el que ella vivió, hoy sigue en espera de que el juez falle a su favor en la demanda que interpusieron en contra de la empresa de alumbrado público de la ciudad, hoy Laura va por la vida enseñándole a todo aquel que conoce que lo que tenemos a diario, va más allá de una bendición.



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